lunes, 20 de octubre de 2014

La verdad es que escribo desde el móvil y la redacción y ortografía no me va a ser fácil, pero necesito vomitar todo esto que hay en mi cabeza.
No hago mas que dar vueltas en la cama sin poder dormir.
Creo que un mundo mejor es posible.
Miro a mi alrededor y solo veo gente maravillosa.
Por triste que sea su pasado o su presente. Por malas que sean las experiencias que han vivido, siguen siendo solidarios.
Creo en la solidaridad de las personas.
Creo, como decía no recuerdo qué filosofo (si lo lee Alicia me mata), que las personas son buenas por naturaleza.
Y que es el mundo el que las hace ser cada vez menos buenas.
Creo que la humanidad ha perdido el norte. Que hay individuos que, ciegos por la avaricia, han dejado de ser personas para ser máquinas. Y qué máquinas.
Máquinas que arruinan vidas para poder disfrutar de una copa mas de champán. O de un puro habano debajo de sus enormes bigotes.
Hemos construido (y digo hemos porque no me excluyo) una sociedad basada en los valores equivocados.
Hemos creído ser mas listos que la propia naturaleza (y eso que esa sí es sabia).
Y esto es lo que tenemos. Una sociedad indiferente.
Impasiva.
Y qué me importa a mí?
No dejo de pensar en esas personas que veo a mi alrededor. Buenas. Solidarias. Por qué no son el resto así? Por qué tenemos tanto miedo al prójimo? Por qué esos prejuicios?
Tan difícil es? Tanta es la avaricia? De verdad tenemos que tener mejor coche que el vecino, o mejor casa, o mejor perro?
Creo que la estamos cagando.
A veces pierdo la fe en la humanidad (esto es un secreto), pero apenas unos minutos después, la recupero.
Cada día veo ejemplos de superación.
Cada día veo mas cosas en común entre las personas. Veo mucho mas que personas.
Veo almas dispuestas.
Entiendo que las diferencias siempre han distanciado a las personas. Me da pena.
Creo que en la diferencia está el por qué de la existencia. Que tenemos tanto que aprender.
No sé muy bien lo que quiero.
No busco nada escribiendo esto. Sólo vomitar lo que no para de dar vueltas en mi cabeza.
Hay que cambiar las cosas. Es el momento de cambiarlas. Es ahora o nunca.
Demasiada gente exprimiendo a mucha más.
Es desquiciante.
Ahora bien,
Los romanos decían,
-y esto es de mi discurso que todos habéis oido-,
PAN Y CIRCO.
Mientras tengamos entretenimiento y falsas necesidades que cubrir, cubiertas, todo estará bien.
Y esos ahí.
Con sus enormes puros bajo sus enormes bigotes, tomando una última copita de champán mientras los demás trabajamos las tierras y les entregamos su parte.

Cuidado,

Cada vez os queda menos tiempo.